Tuesday, June 10, 2008

Libertad

Bush consiguió los permisos necesarios (leáse: “le salió de los cojones”) para poder enviar sms a su ciudadanía avisándole de amenazas terroristas. Millones de seres humanos podrán recibir al unísono el mensaje divino. Un mensaje de miedo, alimento primigenio del Espíritu Santo. Santo miedo que movilizas naciones. Santo, santo.
En Estados Unidos tras el l1s muchas madres han implantado microchips a sus criaturas para tenerlas siempre localizadas. El miedo de las madres es maná de manipulación.
También hay viejas que bajo la piel llevan microchips conectados a una centralita para medirles las leyendas urbanas de la tensión y el colesterol. La vejez es excepción que hace mucha regla.
Hay jóvenes que bajo la piel llevan sensores de su tarjeta y para pagar una copa dejan que la camarera les lea con láser su íntima cuenta. Esa misma gente va y viene con un portátil que ya engancha más que el móvil. Cómo pasar dos horas sin esa ventana al mundo que es google. Google es Dios en su omnisciencia, cómo renunciar a su contacto.
Qué esperábamos, que los móviles iban a ser siempre instrumento de comunicación interpersonal, que nunca iban a ser usados por la divinidad para transmitirnos su mensaje: “¡Ké hacs prdiendo el time!” “¡Aumnta tu ccvv!” “¡Arrpntíos hijas mías!”. Madre no hay más que una pero los Padres son legión y en breves su Verbo nos llegará por Vodafone. No bastaba con la prensa gratuita, los caminos de Dios son inexcrutables.
Dios, el Estado distópico no se impondrá con sangre, nosotras mismas lo estamos necesitando e invocamos su presencia. Tenemos vocación de esclavas, adoramos que nos observen, comenten, midan, mediquen y monitoricen, adoramos que Dios en su infinita presencia nos acoja en su mirada.
Cada vez ansiamos menos libertad o la confundimos con un aeropuerto. Soy totalmente atea.

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