Tuesday, June 10, 2008

racismo

Racismo

He visto a los nuevos homínidos. A la especie emergente que vendrá a sustituir al homo sapiens. Su primer nicho ecológico: el Centro Comercial Buenavista o Centollo Albino. Desde allí partirán a conquistar el resto de Oncoturias y del mundo.
Al entrar una bocanada de aire portátil me hizo sentir que yo era una especie vieja. Como una Neandertal que nota rara la cueva de una Cro-Magnon sin saber porqué.
Me inquietó el segurata que con su sola mirada proyecta espacios sin libertad que sin embargo los oncoturianos disfrutan como merenderos.
Me dio asco el oncomacho que compraba en Zara Home dos brazaletes para las servilletas. Era médico, consejero, funcionario de Hacienda, abogado… alguien de la Oncoturias sin estridencias, de la Oncoturias que no gesticula y mucho menos cuando gestiona. De copular con alguna oncohembra, ese homínido podría usar esos servilleteros de tobilleras para sus descendientes de piernas mínimas y atrofiadas. Para mí serían argollas infamantes, para él y sus hijos serán bisutería de diseño. Sentí por ese ser el asco que siente un blanco racista por su criada negra. Pero sin paternalismos.
Seres sin tiempo que pasan horas eligiendo posavasos y tangas de Hello Kitty.
Calle sin calle con mimos con contratos fin de obra. Seres orgullosos de su buen gusto para preferir H&M a Pimkie.
No había hombres en el Calatrava, tampoco mujeres.
Vi las primeras señales unos años antes en la calle Uría, en otra tienda de decoración con colas para pagar pequeños sillones de plástico para el móvil.
Una oncohembra alta, de pelo negro me miró atemorizada, disciplente y disciplinaria y así me avisó de que los seres de mi especie no debemos acudir a las veladas consumistas de la ciudadanía albina.
Ya no sé, ya no puedo, ya no quiero hacerme pasar por oncoturiana.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home