Monday, April 16, 2007

Justo y necesario

Las campesinas saben que la sangre es un abono muy completo para la tierra. En las viejas guerras los campos de batalla (cuando la batalla se hacía en campos) quedaban sembrados de cadáveres que dejaban sus litros de sangre a la tierra. Ahora la guerra deja sangres sobre cemento cuando las deja, porque la leucemia y los guantánamos no son precisamente muy cruentos. No es sangre lo que se derrama, se derrama nada, puro nihilismo que lejos de abonar la tierra la plastifica. Al bombardear un colegio no le llega la sangre a la tierra, pues los colegios suelen tener aulas y patios de cemento y entre tanto cascote la sangre difícilmente llega a la tierra. Las niñas y niños irakíes no van dejando su rastro de sangre por los campos, no sangran especialmente sus leucemias, al menos no con la sangre limpia de una herida de espada. Antes para expresar lo cruel de una batalla se decía que los ríos bajaban rojos de sangre, hoy para testificar lo nihilista de una batalla se constata que las radiaciones de las B-52, las bombas de racimo y demás juguetes metafisicos occidentales radian al mismismo tercer ojo de Occidente: a Europa. La radiaciones de las bombas generadas por los I+D de nuestros impuestos, que sólo se lanzan al ojo del culo que es Oriente, no entienden de muros de la vergüenza ni de alambradas fronterizas y están llegando a Europa. Las merecemos por no cerrar las fábricas de armas, por no degollar a nuestros dirigentes, por ser niños obesos que juegan al capitalismo. Es justo y necesario que Aznar, la Palacio que queda, esa gente que justificó bombardeos por el precio del petróleo y por la Democracia, es justo y necesario que toda esa gente se gaste sus plusvalías en quimioterapias.

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