Monday, April 16, 2007

Inteligencia emocional

Una joven triunfadora de hoy, psicóloga y máster en dirección comercial, no acaba de encontrar al hombre de su vida. Se trata de un reportaje sobre mujeres que ya no aguantan gañanes. Hasta ahí bien, sano, racional, adaptativo. Lo inquietante es comprobar cómo el aborregamiento nos llega a todas, incluso a psicólogas acostumbradas a analizar vidas en selecciones de personal. La chica cuenta que tuvo un marido del que aprendió mucho pero del que a los seis años se desenamoró para caer en otro “modelo”, “modelo cachas inteligente”, “modelo” que no la satisfizo del todo. Antes de los 36 quiere ser madre y ya hizo “sus cálculos”. ¿Que qué le pide a los hombres? “valores devaluados, cierta honestidad, coherencia” porque, sigo citando, “no queremos un currículo académico, queremos alguien con inteligencia emocional”. Le salió a la mujer la selección de personal: se valorará especialmente las habilidades comunicativas, la resolución de conflictos, que hoy en la empresa ya no demandan tanto currículos como persona, como almas, como las santísimas inteligencias emocionales. Eso sí, reconocía que valoraba especialmente el feeling. Se valorará especialmente, como el coche propio o el manejo de idiomas. Ella sí es honesta y coherente, cohesiona la vida laboral con la personal, pide lo mismo a su pareja que al currante de la empresa. Ya hemos hecho del nuestro un ego seleccionador de personal y un experto consumidor. Ya no hay dentro o fuera. No hay nada que conciliar, los dos espacios, el laboral y el personal ya son sólo Uno. La ansiada unión, la empresa total, el Patrix del que ya no se sale. Gestiona los sentimientos, haz tus cálculos, cosifica a las personas y si no te encuentras satisfecha cambia de modelo. Podemos ser consumistas de personas, feministas Cosmopolitán, capitalistas hasta el tuétano. Aborregadas de marca.

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