Tuesday, June 10, 2008

Trabajo

Antes los salarios representaban tres cuartas partes del PIB europeo, desde los ochenta esa proporción ha caído hasta el 66,2%. Pero cada vez trabajamos más horas. Nos incorporamos más mujeres al mercado laboral, personas ciegas, discapacitadas… la gata no cotiza, pero al tiempo.
Aumentó la tasa de actividad de todo Cristo, sí, pero, ¿dónde está el dinero correspondiente? El dinero se corresponde cada vez menos con el trabajo y más con la especulación. Cuando se cierra una fábrica y su venta hace ganar millones al propietario, sus trabajadoras le producen más dinero despedidas que trabajando, luego deberían pagarles más por quedarse quietas. Hay una crisis de sentido, no por la muerte de Dios, que está bien en el otro barrio, sino porque cada vez más gente pasa más horas en trabajos que no tienen eso, sentido. Un amigo trabajó revisando que las cajas de los Play Movil estuviesen bien colocaditas en las jugueterías. Nos dan trabajo todavía porque sería gordísimo reconocer que el sacro imperio del trabajo se pudre.
Las empresas tienen cada vez más ganancias que no provienen de la producción, sino de su astuta participación financiera en la especulación de acciones y divisas. Hasta el Estado tiene ingresos que ya no provienen de impuestos o créditos, sino de la sabia participación de Hacienda en este mercadeo de apuestas. Y abajo, igual: cobramos una mierda, pero nuestro nivel de vida viene sustentado por esas microespeculaciones que son las hipotecas. No vivimos tanto de nuestro curro, como de nuestra capacidad de endeudamiento, de la partida de poker que jugamos con el señor de la hipoteca: tú tienes pinta de poder pagar 40 millones, tú, sólo 10, tú, nada… Nubes de pedos sustentan a empresas, estados y particulares. Puede que soltemos gases elegantemente o que nos caguemos encima. Se abren las apuestas.

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