Tuesday, June 10, 2008

Zanahoria

Rebajas, devoluciones, desapariciones del IRPF, por un lado, y gravámenes a reproductores de música e información, por el otro. Los impuestos pasan del trabajo al consumo. Pagarán más quienes más beban, más fumen y más bits descarguen. El consumo se grava cada vez más, y menos el trabajo o los negocios.
La apuesta del Estado es por los consumidores, no por los productores. Con su fumeteo, bebeteo e interneteo compulsivo adolescentes sin oficio pueden aportar más a las arcas del Estado que una persona adulta asalariada. Suena exagerado, pero trato de visibilizar una tendencia.
Si las arcas se llenan con el consumo y más con los juegos en Bolsa de la Hacienda Pública, ¿para qué vamos a trabajar asalariadamente? Quizás con el tiempo, con este auge obsceno del voluntariado, el trabajo asalariado se acabe. Trabajaremos gratis para la bola parlanchina que es el planeta que es el Capital. Nos darán antidepresivos de calidad, comida ecológica y bonos de derecho de emisión de CO2 y metano. Ya no hará falta azuzarnos con billetitos, no hará falta, como proponía Keynes, enterrar dinero muy profundo para que nos lleguen cachinos de capital tras sudar doce horas con pico y pala. No hará falta construir carreteras a ninguna parte a cambio de dinero, como se hizo realmente y keynesianamente en Irlanda, como se hace hoy en planes de inserción que sirven para que la infraclase gane sus billetes con tareas redundantes.
No hará falta la meta del salario para obligarnos a trabajar, bastará con nacer para sentir el deseo de pasar 12 o 14 horas al “servicio de” o “entregada apasionadamente a”. Por lo pronto ya confundimos la vida plena con la vida ocupada y urgente. No necesitaremos de la zanahoria del dinero en nuestro horizonte para seguir siendo burras, ya la estamos interiorizando.

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