Tuesday, June 10, 2008

vuelvo

aquí van una pila de columnas publicadas hace tiempo ya en Les Noticies.
en adelante procuraré ir de buen rollo. de salud, misticismo, naturaleza y tal.

Vacuna II

En pocos meses comenzará la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano. Sobre sus peligros iba a hablar precisamente una de las diseñadoras de la misma vacuna, Diane M. Harper, el 17 de noviembre en el XIX Congreso Anual de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia celebrado en Oviedo. Su trabajo obviamente lo subvenciona Merck, el laboratorio que fabrica la vacuna, pero Diane denuncia alto porque gusta de dormir tranquila. Iba a hablar... porque por denunciar se la vetó del congreso de Oviedo. No digo más, estamos en ello. Estamos en lucha.
Si nos alerta su creadora, qué más puedo decir.
Pero la vacuna del VPH no será obligatoria. Si lo fuera el Estado se vería en un serio problema el día en que las pacientes dejen de serlo y acudan a los tribunales reclamando reparaciones. Si el Estado obliga a vacunar debe guardar en sus arcas un buen sistema de recuperación por los enormes efectos adversos, pero si la vacuna es voluntaria, la responsabilidad es huidiza. Es sencillo. Además, no hace falta obligar a vacunar, la mayoría tiene tan interiorizado el discurso médico (es decir, multinacional farmacéutico) que se vacunarán raudas porque Dios, que diga Bernat Soria, que diga la Merck, así lo quiere para sus accionistas.
Y mientras, buena parte del “movimiento” feminista, que ya no es movimiento sino mininstitución, espera y se niega a creer que un laboratorio que ha provocado más de 30.000 muertes en EEUU por el antiinflamatorio Vioxx pueda dañar a las niñas españolas. Esclavas como seguimos siendo, pensamos que sólo hay que denunciar al maltratador que nos jode en casa, sin darnos cuenta que el maltrato es ubicuo, está en las consejerías de salud, en los visitadores médicos, en la farmacia, en el Estado... Pensar que violencia de género sólo es lo que hace el maridito es de imbéciles. Pero como me aconsejaba una “feminista”: no muerdas la mano que te da de comer.

Vacuna: violencia de género

Merck, el laboratorio que fabrica la vacuna contra el virus del papiloma de cuello de útero, se estaba arruinando a causa las demandas recibidas por el antiinflamatorio VIOXX de efectos mortales. Ahora Merck levanta cabeza vendiéndole la vacuna más cara de la historia al Ministerio de Sanidad. Tiene que pagar indemnizaciones multimillonarias y las vamos a pagar con nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros impuestos.
Sólo se ha probado en 100 niñas, y lo que se experimentó fue su inmunidad, no la seguridad, es decir, no se saben los efectos adversos que generará en cuerpos tan frágiles. Y sólo se experimentó con ellas durante 18 meses (no, no eran las hijas de los accionistas de Merck).
Sí se sabe que en las mayores provoca abortos y un síndrome letal llamado Guillem Barré. Y sólo protege contra dos de los virus cancerígenos, hay otros diez que pueden ocupar entonces su nicho ecológico, como ya ha pasado con otras vacunas. Además, este tipo de cáncer es de baja mortalidad y muy fácilmente detectable, porque es de muy lento desarrollo. Las citologías rutinarias lo detectan a tiempo.
Sin contar la logística, cada vacuna vale 465 euros y por tanto pone en peligro el presupuesto de Sanidad, ¿Qué van a cercenar entonces para pagarle las demandas-vacuna a Merck?
Moraleja primera: si yo lo sé, si lo sabe la comunidad científica que no se deja comprar, ¿qué es el Ministro de Sanidad?
Moraleja segunda: medicalizar peligrosamente a las niñas para pagarle los pufos a la Merck es violencia de género. De momento exigimos orden de alejamiento para esta vacuna. Si la violencia-vacuna avanza, entonces ¿se sentarán en el banquillo unos cuantos prohombres de bata blanca? Sabemos que no, y de hacerlo sería demasiado tarde para las niñas-cobaya, por tanto hay que firmar, reunirse y pararla.
Llaman a declarar a mujeres que abortan, requisan informes psicológicos, persiguen a las clínicas. Las mujeres tenemos un quiste: la ultraderecha. Tenemos otros: la derecha sin aditivos y el neoliberalismo, o como quiera que se llame esa jodienda especuladora sobre las gentes y la tierra que lleva funcionando demasiados siglos.
Lo de la Comunidad de Madrid, con esa Barbie requemada que es Esperanza Aguirre, es Antiguo Régimen. Estábamos concentradas las españolas combatiendo la vacuna contra el virus del papiloma humano fabricada por una multinacional llena de denuncias por sus malos potingues, cuando nos cae de golpe el memento aborto es delito. Memento, mujer, que tu cuerpo es tuyo hasta que deja de serlo. Íbamos a defendernos de las multinacionales y del cientifismo patriarcal practicado por Bernat Soria, cuando de pronto tenemos que sacarles los dientes también a los perros del PP. Te quejabas de la vacuna, pues toma aborto.
Conviven diversos paradigmas patriarcales en un solo tiempo, pero a fascistas y cientifistas de multinacional los iguala el mismo instinto violador. Unos, por guardar la Fe, porque hay que parir cuando Dios manda; otros, por guardar la Bolsa, porque hay que repartir dividendos entre los accionistas de Merck caiga el cuerpo de la niña que caiga. Los unos por Dios, los otros por el Capital, pero siempre jodiendo. Patrix lleva siglos masacrando nuestros cuerpos y nuestras tierras.
Hoy somos la primera generación que puede vivir del feminismo o del género. De los esfuerzos gratuitos de nuestras madres hoy heredamos posibilidades de trabajo e incluso de negocio. Es descripción, no es moralina (todavía). Sólo falta que estemos a la altura militante o resistente para encarar a los perros violadores que nos persiguen. Que no digan que sólo sabemos pasar por caja y por registro. Nosotras abortamos y no nos vacunamos (a coro)

PCPE

Racionalizar una empresa significa reducir empleo, comprimir salarios, aumentar los ritmos y deslocalizar. Asturias necesita modernizar su economía, aplicar estos planes porque no puede mantener un tejido empresarial decimonónico, con premisas que privilegian a ciertos trabajadores y que son claramente deficitarias bla bla bla. Suena bien, y se hace mucho mejor. Que sepan las mujeres de San Claudio, las de Obrerol, los de Menasa, los que quedan de Duro Felguera, etc, que Asturias debe subirse al carro de la modernización y que, aunque sea doloroso, esto no se hace sino por el bien de la región, para que no pierda el tren de la modernidad, de los nuevos paradigmas económicos y laborales. Me aliso el pelo, me pongo mechas, gafas de pasta y me hago con un despacho, un día hago la prueba y me cuelo en una selección de personal para gerentes en una empresa posmoderna o en un partido, y entro, vaya si entro. Manuel Valls, candidato a la dirección del PS, el Partido Socialista francés ya exige que su partido cambie de nombre. Joven promesa, economista, garante del liberalismo, hermoso, progresista… Ah, lo veo a mi lado, en una velada de canapé deconstruido y vino español y pierdo la decencia... ah. Háganle caso a ese joven, muy del gusto de ciertos viejecitos de veintitantos años que juegan a economistas en el partido de los gafapastas. Es el modelo del líder del futuro. Háganle caso a Manuel Valls, dejen de llamarse Partido Socialista Obrero Español, déjense de reliquias: ¿socialismo? con el daño que ha hecho; ¿obreros? si ya no los hay; ¿español? si suena rancio. Quédense con el Partido, no pierdan la duerna, y añádanle algo así como Ciudadano Progresista Europeo (PCPE), renuévense, incorporen marketing ilustrado, hagan caso a Manuel Valls y dejen de llamarse socialistas. Lo veo… Ah.

Socialismo sentimental

De 1997 al 2007 los beneficios empresariales subieron en España un 73%, mientras que el salario medio cayó un 4%. Empresariado: +73, currantado: - 4. La banca gana. Felipe González, aleccionando a las Nuevas Generaciones Socialistas, dice este verano: “El socialismo es, sobre todo, un sentimiento y no es y no debe ser una construcción ideológica”. Sentimiento para ir tirando en eterno presente a golpe de simulacros, antidepresivos y farlopa euforizante. Hacen bien, porque el día que nos dé por resucitar ideologías… Gentes que se caen de los andamios como piezas de Tetris, persecuciones a sindicalistas de verdad (los otros comen cursos y canapés), subvenciones a empresarios “coge la pasta y corre”, jornadas extenuantes, sin asegurar y por 700 euros, colmenas llamadas pisos a precios posgeneracionales, pisos que ya empiezan a embargarse, mujeres maltratadas por la patronal y no sólo por maridos, prostitutas de todos los colores y sabores a gusto de todo fartón… La tierra rota, llena de campos de golf y urbanizaciones de marca para unos nuevos y viejos ricos cuyo gusto atenta la estética, la moral y la Tierra.
+73, frente a -4. El socialismo un sentimiento, sí, no cabe duda, porque el que practica el PSOE, no llega a pensamiento. Dicen: hacen falta empresarios responsables que inviertan su dinero aquí, pero, ¿de verdad hacen falta empresarios?, ¿es ése un pensamiento o una sombra de caverna? Si quien construye, hace pan, cuida, crea, labra, enseña, cose… quien posibilita la existencia son las gentes trabajadoras, no las especuladoras. Verdad sin bibliografía, a golpe de vida. Dicen: doy de comer a 1000 familias, cuando la realidad antigua, luminosa es que 1000 familias te dan de comer a ti tu comida snob de autor. A estas alturas radical y antiguo por mi parte, pero tan cierto como que estoy viva.

Cuentos oncoturianos

En una colonia llamada Oncoturias un rey muy poderoso y gordo compró unos pocos praos por poquitas monedas y luego se empeñó en que precisamente en sus baratas tierras se construyese un importante edificio. Cuentan que con la jugada ganó 3.000 millones de maravedís pero que nadie dijo nada porque todos jugaban o querían jugar al mismo juego. Cuento popular, con variantes en los millones ganados, repetido al hogar de las altas esferas de la construcción y la política.
En una colonia llamada Oncoturias otro rey muy poderoso y gordo tiene una empresa muy grande y tres secretarias que son a la vez prostitutas de lujo. A la hora de convencer a la clientela para firmar contratos, entran ellas a ejercer su graciosa polivalencia. Cuentan que luego para fidelizar a la clientela dicho señor regala a sus clientes una tarjeta sin fondo a gastar en uno de los mayores prostíbulos de la colonia. Cuento popular, con variantes en el número de secretarias, repetido al hogar de las altas esferas de la construcción y las bajas, medias y altas de la prostitución.
En una colonia llamada Oncoturias un rey muy poderoso y no tan gordo decidió jugar a construir grandes centollos en el centro de la ciudad. Como el hombre no era diestro en esos lances y, porque es costumbre, el sobrecoste de la obra subió mucho, tuvo que pedirle a otro poderoso rey que le comprase con dinero del pueblo llano oncoturiano cachinos del centollo para no arruinarse y no dejar en la calle a sus criados. Cuento popular, con variantes en el precio del sobrecoste, repetido al hogar de las altas esferas de la construcción, la política y el funcionariado.
Moraleja: los cuentos sólo interesan a las niñas, los mayores, los gerontos prefieren directamente protagonizarlos o evadirse con películas.

Comerciales

No sé bien que hacían antes, era cría y los libros de historia, como la prensa, nunca dejan ver mucha verdad. Pero sé que ahora los Estados cuando visitan a otros Estados ponen toda su diplomacia al servicio de las empresas. Nuestros ministros y embajadores son representantes comerciales de los intereses de las grandes empresas, que son las que en verdad gobiernan. Van a China o Filipinas para negociar contratos de venta y garantizar inversiones, es decir, a asegurar que les vamos a vender estupideces, por ejemplo leche a los chinos cuando tienen alergia a la lactosa, y que vamos a explotar a sus súbditos en maquilas, pues los súbditos oncoturianos exigen mucho sueldo y descanso.
Toda esa colección de acrónimos públicos de delegados comerciales, pagados por la gente de medio pelo que es la que más impuestos paga, se dedican a ir picando de Estado en Estado, de corrupto en corrupto, (a ser posible de ojos rasgados) para vender las mierdas de sus empresarios. Son como comerciales de Avon, como Testigos de Jehová, como vendedoras de enciclopedias. No son políticos, nunca lo fueron ni aunque de jóvenes jugaran al antifranquismo, sólo son comerciales, con sus maletines, corbatinas y firmas de contratos en sitios pecaminosos. Son comerciales que van acumulando úlceras, que apestan a perfume caro, que se sienten héroes de novela cuando ponen cuernos en lejanos hoteles y cuya palabra suena siempre a mascarada. Pero, como son comerciales, no deberíamos elegir en las urnas a estos pseudopolíticos, sino subcontratarlos y precarizarlos como se hace con otras gentes del gremio. No vale que tengan garantizado un macrosueldo para toda la vida y quienes vendan enciclopedias, no. Los subcontrataremos y no llegarán a mil euros ni con dietas, entonces ya veremos si tienen tantas ganas de defender los supuestos intereses oncoturianos.

Trabajo

Antes los salarios representaban tres cuartas partes del PIB europeo, desde los ochenta esa proporción ha caído hasta el 66,2%. Pero cada vez trabajamos más horas. Nos incorporamos más mujeres al mercado laboral, personas ciegas, discapacitadas… la gata no cotiza, pero al tiempo.
Aumentó la tasa de actividad de todo Cristo, sí, pero, ¿dónde está el dinero correspondiente? El dinero se corresponde cada vez menos con el trabajo y más con la especulación. Cuando se cierra una fábrica y su venta hace ganar millones al propietario, sus trabajadoras le producen más dinero despedidas que trabajando, luego deberían pagarles más por quedarse quietas. Hay una crisis de sentido, no por la muerte de Dios, que está bien en el otro barrio, sino porque cada vez más gente pasa más horas en trabajos que no tienen eso, sentido. Un amigo trabajó revisando que las cajas de los Play Movil estuviesen bien colocaditas en las jugueterías. Nos dan trabajo todavía porque sería gordísimo reconocer que el sacro imperio del trabajo se pudre.
Las empresas tienen cada vez más ganancias que no provienen de la producción, sino de su astuta participación financiera en la especulación de acciones y divisas. Hasta el Estado tiene ingresos que ya no provienen de impuestos o créditos, sino de la sabia participación de Hacienda en este mercadeo de apuestas. Y abajo, igual: cobramos una mierda, pero nuestro nivel de vida viene sustentado por esas microespeculaciones que son las hipotecas. No vivimos tanto de nuestro curro, como de nuestra capacidad de endeudamiento, de la partida de poker que jugamos con el señor de la hipoteca: tú tienes pinta de poder pagar 40 millones, tú, sólo 10, tú, nada… Nubes de pedos sustentan a empresas, estados y particulares. Puede que soltemos gases elegantemente o que nos caguemos encima. Se abren las apuestas.

Zanahoria

Rebajas, devoluciones, desapariciones del IRPF, por un lado, y gravámenes a reproductores de música e información, por el otro. Los impuestos pasan del trabajo al consumo. Pagarán más quienes más beban, más fumen y más bits descarguen. El consumo se grava cada vez más, y menos el trabajo o los negocios.
La apuesta del Estado es por los consumidores, no por los productores. Con su fumeteo, bebeteo e interneteo compulsivo adolescentes sin oficio pueden aportar más a las arcas del Estado que una persona adulta asalariada. Suena exagerado, pero trato de visibilizar una tendencia.
Si las arcas se llenan con el consumo y más con los juegos en Bolsa de la Hacienda Pública, ¿para qué vamos a trabajar asalariadamente? Quizás con el tiempo, con este auge obsceno del voluntariado, el trabajo asalariado se acabe. Trabajaremos gratis para la bola parlanchina que es el planeta que es el Capital. Nos darán antidepresivos de calidad, comida ecológica y bonos de derecho de emisión de CO2 y metano. Ya no hará falta azuzarnos con billetitos, no hará falta, como proponía Keynes, enterrar dinero muy profundo para que nos lleguen cachinos de capital tras sudar doce horas con pico y pala. No hará falta construir carreteras a ninguna parte a cambio de dinero, como se hizo realmente y keynesianamente en Irlanda, como se hace hoy en planes de inserción que sirven para que la infraclase gane sus billetes con tareas redundantes.
No hará falta la meta del salario para obligarnos a trabajar, bastará con nacer para sentir el deseo de pasar 12 o 14 horas al “servicio de” o “entregada apasionadamente a”. Por lo pronto ya confundimos la vida plena con la vida ocupada y urgente. No necesitaremos de la zanahoria del dinero en nuestro horizonte para seguir siendo burras, ya la estamos interiorizando.

Santos Cojones

La regasificadora más grande del mundo se construirá en el Musel y una regasificadora es tan peligrosa como una central nuclear. Convertirá en gas natural el metano que vendrá en enormes barcos para nutrir a las viejas centrales térmicas y de próxima construcción. El gas que traerán esos barcos es el explosivo más potente después de la bomba atómica y por ello de inmediato Gijón se convertirá en objetivo terrorista, es decir, pseudoterrorista. La bomba ya estaría puesta, sólo habría que esperar a que los estrategas-banqueros-terroristas la activasen. Mientras, se militariza la zona.
Si nadie se anima, basta con un accidente, pues al estar tan cerca los depósitos de AGIP, Petróleos Asturianos y Repsol Butano, la traca aumentará exponencialmente. Además, si el gas licuado entra en contacto con nitratos, se expande como el Napalm,. Leo informes de prestigiosas Universidades.
Todas somos en potencia vietnamitas
Ahora ya producimos entre un 60% más de la energía que consumimos, el resto se vende. Más centrales térmicas nutridas con el gas de la regasificadora del Musel sólo producirán aún más energía para exportar, es decir, para enriquecer a los accionistas de las compañías eléctricas y para enriquecer a los políticos asturianos que se llevan fortunas por permitir estas miserias. ¿Sacamos nombres y apellidos? No, somos obesos morales.
Infierno de cobardes.
Todo esto, convertir Gijón en la hermana occidental de Chernobil, convertirla en objetivo pseudoterrorista y convertirla en tierra quemada vietnamita, se hace con la excusa de los 70 puestos de trabajo y por la evidencia de los millones que se quedarán los empresarios-políticos que tienen los santos cojones de mirarme a la cara y pedirme el voto. Todos los políticos asturianos que no están luchando para parar la regasificadora merecen pudrirse entre metano, por asesinos y/o analfabetos. Es decir, se lo merecen los más votados.

Gerontinos

La gerontocracia asturiana se queja de que no hay relevo generacional para asumir los retos del futuro político. La razón: poca gente tiene la estupidez, la animalitas y la familia necesaria para permitirse el lujo de los partidos.
¿Cómo son los pocos que sí se permiten el lujo? En masculino (mozas apenas hay): destacan por encima de todo su bajo bagaje cultural y su alto nivel de analfabetismo. No saben escribir, no conocen la historia de su tierra y mucho menos la de su partido. Esto es bueno y alentado por los gerontos, pues cualquier joven honesto, de conocer la trayectoria de su partido, abandonaría al mes.
Suelen ser eternos estudiantes de Derecho, tardan unos 8 años en acabar la carrera porque están tan ocupados en reunirse, conspirar, tomar vinos, acostarse flojo entre ellos (la disfunción eréctil de los jóvenes políticos es superior a la media, de ahí sus ansias de poder), organizar congresos de ratones, comer, cenar, volver a reunirse y volver a conspirar que desconocen el funcionamiento del libro. Pero no importa, como son de buena familia no les urge ganar dinero, además en casa nunca han visto trabajar a nadie dado que sus padres son concejales, diputados o directores generales que estudiaron también derecho.
No tienen amigos, sólo a la gente del partido. Se muerden entre ellos, se follan, se arañan, se mean… como hienas defendiendo su territorio. Los algo brillantes no aguantan la presión psicológica, abandonan y dejan un vacío que los mediocres aprovechan: “es que nadie quería ser secretario general y tuve que cogerlo yo”.
Son feos, gordos y con poco pelo. Son los gerontinos. Si a partir de las doce huelen una copa se convierten en bolas lloronas y depresivas.
No se te ocurra estar cerca de ellos, te corroerán con sus babas.

Mear

La sangre tiene un límite, cada cuatro meses se renueva. Las células madre hematopoyéticas, las hacedoras de sangre que viven en la medula ósea, renuevan los glóbulos rojos ya incapaces de transportar oxígeno. Las células del hígado cambian cada 15 días. Porque el cerebro optimiza la energía, neurona que no se conecta, se elimina. La esteticién te ha exfoliación del rostro las células muertas, pero tú sigues ahí, con la misma cara de imbécil y de demócrata de toda la vida, porque células madre han sustituido a las exfoliadas.
No somos ni sombra de lo que éramos, nunca nos bañaremos celularmente dos veces en el mismo río. Estas renovaciones se hacen de noche y los restos van a parar a los riñones, que es el orín.
Cada mañana orinamos intensamente trozos de nosotras mismas, se nos va el devenir por la taza del váter. Cada meada debería ir acompañada de una ceremonia del adiós. La que era ayer, la neurona que no se conectó a tiempo, que no produjo pensamiento, visión, que no produjo herzios, es neurona que se mea. Nuestra orina lleva anticipos y fracasos de pensamientos, palabras, obras y omisiones.
Marcar el terreno con pis es marcarlo con nosotras mismas, con restos de nuestra sangre, hígado, cerebro… Restos oxidados por la vida, porque tras cada bocanada de oxígeno la oxidación celular nos avisa de que el ser es decrecer. Sangres, pulmones, hígados, cerebros convertidos en urea, en orín, en luminoso óxido que tiñe el agua. No debería mezclarse el pis con hormonas, medicamentos, dioxinas ni demás progresos. Nos despedimos cada mañana de aliens que han ocupado nuestros ríos internos y que derivan en ríos externos llenos de peces mutantes y ranas hermafroditas. Veamos cómo meamos y no cómo votamos. Nadie aguanta cuatro años sin mear. Mear es sagrado.

Vietnam

La multinacional pionera en la venta de químicos para acabar con las babosas y los caracoles inició su andadura en la guerra de Vietnam. Dicha multinacional, hoy especializada en plaguicidas, herbicidas y transgénicos fabricaba armas químicas destinadas a asesinar vietnamitas. Una de esas armas consistía en un producto que al ser respirado por las gentes vietnamitas acababa con su sistema nervioso, es decir, morían porque se les envenenaba y colapsaba el cerebro rapidísimamente.
Pues bien, ese principio activo es el usado en los productos que echamos para que la babosa no acabe con la lechuga. Lo mismo que la multinacional usaba para matar vietnamitas, se usa para matar caracoles. Claro está la dosis disminuye, el cerebro de una babosa es menor que el de una vietnamita. Si bien a ojos del Capital, a ojos occidentales, la vida de una y de otra valían, valen, parecidito.
La obesidad moral de todos los occidentales que no degollaron en su día a los políticos que fomentaron la guerra de Vietnam nos está pasando factura. Sospecho que el auge del alzheimer en las sociedades opulentas se debe a que con cada verdura nos tragamos un poquito de lo que se tragaron en su día a mansalva las gentes vietnamitas. Día a día, en cada ensalada, en cada cocido de repollo ingerimos pequeñas armas biológicas destinadas en su día a acabar con cerebros vietnamitas. La justicia poética vuelve a hacer acto de presencia. Lo que se usaba para matar vietanimitas nos llega en pequeñas dosis en el plato bien surtido de cada día.
Nuestros alzheimers (más lentos y menos letales que los envenenamientos fulminantes a vietnamitas, eso sí) son sagrada, simbólica, retributivamente necesarios. Son como latigazos en la espalda que nos da el inconsciente inmunológico para expiar la culpa.
Sí, Satán existe, se llama Monsanto.

Libertad

Bush consiguió los permisos necesarios (leáse: “le salió de los cojones”) para poder enviar sms a su ciudadanía avisándole de amenazas terroristas. Millones de seres humanos podrán recibir al unísono el mensaje divino. Un mensaje de miedo, alimento primigenio del Espíritu Santo. Santo miedo que movilizas naciones. Santo, santo.
En Estados Unidos tras el l1s muchas madres han implantado microchips a sus criaturas para tenerlas siempre localizadas. El miedo de las madres es maná de manipulación.
También hay viejas que bajo la piel llevan microchips conectados a una centralita para medirles las leyendas urbanas de la tensión y el colesterol. La vejez es excepción que hace mucha regla.
Hay jóvenes que bajo la piel llevan sensores de su tarjeta y para pagar una copa dejan que la camarera les lea con láser su íntima cuenta. Esa misma gente va y viene con un portátil que ya engancha más que el móvil. Cómo pasar dos horas sin esa ventana al mundo que es google. Google es Dios en su omnisciencia, cómo renunciar a su contacto.
Qué esperábamos, que los móviles iban a ser siempre instrumento de comunicación interpersonal, que nunca iban a ser usados por la divinidad para transmitirnos su mensaje: “¡Ké hacs prdiendo el time!” “¡Aumnta tu ccvv!” “¡Arrpntíos hijas mías!”. Madre no hay más que una pero los Padres son legión y en breves su Verbo nos llegará por Vodafone. No bastaba con la prensa gratuita, los caminos de Dios son inexcrutables.
Dios, el Estado distópico no se impondrá con sangre, nosotras mismas lo estamos necesitando e invocamos su presencia. Tenemos vocación de esclavas, adoramos que nos observen, comenten, midan, mediquen y monitoricen, adoramos que Dios en su infinita presencia nos acoja en su mirada.
Cada vez ansiamos menos libertad o la confundimos con un aeropuerto. Soy totalmente atea.

racismo

Racismo

He visto a los nuevos homínidos. A la especie emergente que vendrá a sustituir al homo sapiens. Su primer nicho ecológico: el Centro Comercial Buenavista o Centollo Albino. Desde allí partirán a conquistar el resto de Oncoturias y del mundo.
Al entrar una bocanada de aire portátil me hizo sentir que yo era una especie vieja. Como una Neandertal que nota rara la cueva de una Cro-Magnon sin saber porqué.
Me inquietó el segurata que con su sola mirada proyecta espacios sin libertad que sin embargo los oncoturianos disfrutan como merenderos.
Me dio asco el oncomacho que compraba en Zara Home dos brazaletes para las servilletas. Era médico, consejero, funcionario de Hacienda, abogado… alguien de la Oncoturias sin estridencias, de la Oncoturias que no gesticula y mucho menos cuando gestiona. De copular con alguna oncohembra, ese homínido podría usar esos servilleteros de tobilleras para sus descendientes de piernas mínimas y atrofiadas. Para mí serían argollas infamantes, para él y sus hijos serán bisutería de diseño. Sentí por ese ser el asco que siente un blanco racista por su criada negra. Pero sin paternalismos.
Seres sin tiempo que pasan horas eligiendo posavasos y tangas de Hello Kitty.
Calle sin calle con mimos con contratos fin de obra. Seres orgullosos de su buen gusto para preferir H&M a Pimkie.
No había hombres en el Calatrava, tampoco mujeres.
Vi las primeras señales unos años antes en la calle Uría, en otra tienda de decoración con colas para pagar pequeños sillones de plástico para el móvil.
Una oncohembra alta, de pelo negro me miró atemorizada, disciplente y disciplinaria y así me avisó de que los seres de mi especie no debemos acudir a las veladas consumistas de la ciudadanía albina.
Ya no sé, ya no puedo, ya no quiero hacerme pasar por oncoturiana.

Orgullosas

llevaba siglos sin escribir, ahí va el torrente.
sigo con mal café político, pero pronto iniciaré ciclo de buen Karma:


Escuchamos emocionadas los comentarios de la maestra sobre nuestros hijos: el guaje ye listo y un pelín vago. Y repetimos orgullosas que nuestro hijo es listísimo aunque le cuesta concentrarse. (La profe dijo eso por no herir nuestro orgullo génetico, en realidad quería soltarnos que el crío es un cafre y un listillo que sólo sabe repetir la canción del Chiquilicuatre y que de buena gana le daba dos hostias).
Alabamos a voces a la criatura por ver si la de al lado confirma el diagnóstico y se une al coro. Y una mierda, Jairo es un gordo que no aprobará ni psicotécnicos y que da el perfil de cocainómano al estilo Paquirrín. Y va a tener que tomar Danacol porque ya le asoman las varices.
El otro orgullo. Me dijo la médica que tengo depresión. Ala, a grito pelado en la parada del tren. Y que tenía que seguir un tratamiento muy fuerte y que tuviera cuidado porque bla bla bla. Ala, a vocear orgullosa la depresión. Eso sí, los oncozapatos, las mechas y los dos kilos de pintalabios por belfo que no falten. Tenía yo otra imagen de la melancolía.
A mí me diagnosticaron una hernia, fibromialgia y ansiedad, ahí queda eso. Dice otra mientras apura orgullosa el culete de sidra.
A mí, a mí, lo que me diagnosticaron fue vergüenza. Porque a mí me daría vergüenza mostrarle al mundo mis flaquezas. No es adaptativo. Sería como espatarrarse y mostrarle llagas purulentas a un tigre en vez de echar a correr.
Para saber por qué estos ridículos hábitos son habitualmente femeninos puede consultarse sin ir más lejos, aprovechando el cavudeañu, a Simon de Beauvoir.
Sí, me doy el lujo de burlarme de las de mi género. No soy Reverte, pero tampoco pienso compadecerme perpetuamente de nosotras las mujeres.